¿SUFRE O HA SUFRIDO ACOSO VECINAL? ¿REALMENTE EXISTE?

La personas malas existen, tal como señala Iñaki Piñuel uno de los psicólogos que más ha estudiado las formas de maltrato como el mobbing, el bullying (consiguiendo como perito de un caso concreto sembrar jurisprudencia) y las relaciones destructivas en que una de las personas, destruye psicológicamente a la otra. Habla de psicópatas socializados, es decir, personas que parecen demostrar emociones, pero en realidad están carentes de ellas. De mobbing, bullying, etc. Queda mucho que hablar, pero también tenemos que empezar a hablar de acoso vecinal o blocking.

¿QUÉ ES EL BLOCKING?

Cuando la violencia, el acoso se da en el ámbito escolar se denomina Bullying, si es en el trabajo recibe el nombre de Mobbing, si es en una comunidad de propietarios, si se trata de acoso vecinal, entonces estamos hablando de Blocking. El vocablo, como es de suponer, es de origen anglosajón y se utiliza tanto para nombrar el hecho de “bloquear” a una persona, como a gran parte de una comunidad de propietarios, o incluso a su totalidad.

Estamos hablando de circunstancias sumamente perturbadoras, desequilibrantes, horriblemente estresantes para la persona que las sufre, como resultado de una acción continuada y sistemática de acoso. No debemos confundir las cosas, no se trata de “un problema de convivencia”, o de “disparidad de criterios u opiniones”, “simples desavenencias” entre los miembros de una comunidad; se trata de un continuo acoso con intenciones maliciosas, cruel, y acompañado de violencia psicológica sobre la víctima… (Fuente, Carlos Caldito).

Los problemas de convivencia se han dado siempre, sobre todo desde que las personas han pasado de vivir en el campo a tener que hacerlo en comunidades de vecinos, en pisos cercanos o contiguos. Pero los problemas vecinales se resuelven, y es algo distinto del blocking, que al igual que en el mobbing, que sería el acoso en el ámbito del trabajo, no es un problema laboral, sino que uno o varios trabajadores la toman con otro, simplemente para lograr su degradación psicológica y en última instancia que abandone su puesto. El blocking sigue las mismas pautas que el mobbing. No se trata de un conflicto entre vecinos, se trata de el acoso que uno o varios vecinos sufren por parte de otro u otros, de cara a “fastidiarle la vida” por decirlo de alguna forma, y cuyo fin último es que abandone su vivienda.

Para que haya blocking, se necesita, un acosador, uno o varios acosados (pues a veces se acosa a todas las personas que comparten una vivienda) y espectadores o colaboradores en el acoso. El hecho de que se confunda con un problema vecinal, suele responder a que el acosador empieza quejándose por algo concreto , muchas veces no directamente al acosado, sino al presidente de la comunidad, a otros vecinos (con lo que ya crea que éstos vean de otra forma a la “víctima”), cómo que pone la música muy alta, que es una persona sucia y varios etc. A veces no se da ni esa queja concreta que inicia el blocking.

En el caso de, llamémosla María, una mujer de 46 años, el acoso por parte de una vecina empezó al año de haber quedado viuda, habiendo perdido años antes también a su hijo mayor. Desde que se había casado residía en la misma vivienda, que ya era de su propiedad, ahora con sus dos hijos adolescentes. Empezó a fijarse que siempre que iba a entrar o salir de casa una vecina la observaba, y en algunas ocasiones le insultó desde la ventana. El presidente de la comunidad, habló con ella, diciéndole que había recibido quejas de que sus hijos montaban “mucho alboroto en el ascensor”, cosa que ella no creyó, pero pese a todo, advirtió a sus hijos. Cuando llegaba con bolsas de la compra, al ir a coger el ascensor, tenía que esperar, pues alguien lo había dejado bloqueado en otro piso. En una de las ocasiones subió, y vio que su vecina lo mantenía ocupado, ella se quejó, y la vecina la insultó y le dijo que lo que quería es que se fueran del edificio, sin darle ninguna razón concreta. Empezó también a insultarla por la escalera, pendiente siempre de cuándo entraba o salía de casa. Y llegó a insultarla en la calle, culpándola incluso de la muerte de su marido. Además, había otras pequeñas cosas, como que se encontrara basura en su buzón y múltiples, etc. María consultó a la policía, que le dijo que era su palabra contra la de ella, pues no había testigos. Su salud física y mental empezó a deteriorarse. Evitaba salir de casa, y si lo hacía, por consejo de un amigo, era con la grabadora del teléfono puesta. El presidente de la comunidad le dijo que no podía hacer nada, y María intentó hablar con su vecina, que, cómo única explicación, le dijo que quería que se fueran de allí. Finalmente, consiguió grabarla mientras la insultaba en la calle, y con ayuda de un testigo, la policía intervino, solo por los insultos, pero pese a que sigue haciéndole la vida insoportable, se siente más tranquila, aunque tuvo que recurrir a ayuda psicológica.

Siguiendo a Carlos Caldito, el acoso posee muchos más ingredientes: humillación pública de la víctima, intentos de agresión, daños a sus propiedades (casa, coche…) y también en la mayoría de los casos, la víctima sufrirá el castigo “del silencio”, situación que suele comenzar con actitudes tales como que los vecinos se “muestran aburridos” porque, la víctima solo suele hablarles monotemáticamente y de forma reiterada, de su problema de acoso vecinal cada vez que se lo encuentran; otra opción que también suelen adoptar los vecinos es “huir de la víctima” y procurar evitar por todos los medios que, se sospeche que han tomado partido por la persona agredida, no sea que el/los agresores acaben tomando venganza… Cuando se llega a este punto, inevitablemente hemos de concluir que los agresores han logrado conseguir sus objetivos.

Cada caso es diferente, pero no es infrecuente que el acosador se aproveche de alguna situación de poder, cómo un cargo laboral, formar parte de la directiva de la comunidad, etc. para conseguir sus propósitos. Puede poner denuncias falsas constantes, (a veces en las que por “amiguismo” –y por supuesto no se quiere decir en ningún momento que la mayor parte de los funcionarios de la ley no hagan perfectamente su trabajo y no caigan en éstas conductas– no se sigue el procedimiento adecuado para poner la denuncia o se ocultan informes que podrían beneficiar al acosado), intentar agredir físicamente a la víctima cuando entra o sale del edificio, sembrar rumores sobre ella, mantenerla bajo un control constante y una multitud de conductas más, que vistas aisladamente podrían parecer una “tontería entre vecinos”, pero que no dejan de formar acoso. Es frecuente que el resto de los vecinos, dados los rumores, hagan también imposible la vida del o los acosados, con conductas parecidas o similares, alegando los rumores y comentarios que ha oído.

Las consecuencias para las personas víctimas de este acoso, son devastadoras. Según Pscarrasco serían, entre otras:

Para la VÍCTIMA:

– Síntomas físicos, mentales y sociales.
– Ansiedad.
– Apatía.
– Miedos acentuados y continuos.
– Sentimientos de fracaso, impotencia y frustración.
– Pérdida de la autoestima e infravaloración.
– Problemas de concentración, disminución de atención y memoria.
– Adiciones.
– Alteraciones físicas.
– Alteraciones del sueño.
– Trastornos de la conducta social:
– Susceptibles e hipersensibles a las críticas.
– Agresividad e irritabilidad.
– Con conductas de aislamiento, evitación, etc.
– Deterioro de la vida social de la persona.
– Para el entorno familiar/social.

Tanto la familia como el entorno social padecen las consecuencias de ver a una persona desmotivada y con una conducta general de retraimiento. Esto se puede traducir en:

– Desestructuración familiar.
– Malestar en las relaciones familiares.
– Pérdida de ilusión e interés por los proyectos comunes.
– Abandono de las responsabilidades familiares.

Así mismo, muchas familias, acaban abandonando el lugar de residencia. El problema es mayor cuando no pueden hacerlo porque están pagando una hipoteca o no puedan permitirse el traslado.

Antes de llegar a esta fase de darlo por perdido, tenemos que intentar resolver el conflicto. Muchas de las personas acosadas acuden al psicólogo para que les oriente y les ayude, pues sienten que han fracasado todos sus intentos. La importancia de que el psicólogo diagnostique adecuadamente a la víctima, como en otros casos de acoso, va a ser vital para que pueda o bien poner en marcha medios para resolver el problema, o para volver a recuperar su salud, tanto física como mental.

Entendiendo que es un tema más que difícil de describir, cómo lo ha sido el mobbing, o el bullying, y demostrar, tenemos mucho trabajo por delante. Pero tal como dicen desde el Campus Stellae, no todo está perdido.

Es necesario señalar que en Barcelona existe ya una Fiscalía especializada en acoso vecinal/inmobiliario, la simple existencia de la misma está suponiendo, después de cierto tiempo de funcionamiento, que se haya producido un cierto efecto disuasorio a las acciones de potenciales acosadores…

Y recuerde, si sufre o cree estar sufriendo este tipo de acoso, no deje de consultar con un psicólogo online especializado en estos temas. Además, puede acudir a los medios policiales, o judiciales para informarse como debe proceder de cara a parar o defenderse del problema.